Carta de Antonio Jaumandreu Auer a Raffel Pagès

10/05/2021

He dedicado muchos años de mi carrera como abogado al servicio del sector de la imagen personal. Durante tres décadas he sido el asesor de varios gremios, asociaciones, federaciones, y de centenares de empresas de peluquería y estética, de todos los tamaños y de los más diversos planteamientos. He tenido por ello la ocasión de conocer a muchísimos empresarios y profesionales de este sector de la imagen personal, cada uno con su filosofía, sus inquietudes, sus ambiciones y sus capacidades, y por supuesto con sus defectos y sus virtudes.

De entre todos ellos hay, por supuesto, algunos que han dejado una huella especial, sea en el plano personal porque me han honrado con su amistad, sea en el plano profesional porque me han admirado su capacidad de diseñar un proyecto sólido y su éxito en cualquiera de las iniciativas que han emprendido. Y entre todos ellos es preciso citar a Raffel Pagès. Para ser justos, debería decir a los hermanos Pagès, puesto que la figura de Enric, pese a su prematuro fallecimiento, sigue muy presente en mi recuerdo como compañero de no pocas aventuras e iniciativas de desarrollo del sector.

Que Raffel Pagès fundó, creó y mantuvo un imperio en el sector de la peluquería es indiscutible, a la vista está. Que ha luchado durante toda su vida por dignificar las condiciones del oficio tampoco es un secreto. Que ha sido maestro e inspirador de miles de profesionales a lo largo de su trayectoria lo atestiguan los testimonios de quienes ahora le lloran. Y que ha sido el oráculo, el faro al que a menudo ha recurrido el sector cuando ha atravesado tiempos difíciles, también es un hecho objetivo.

Le conocí hace ya muchos años, probablemente más de 25. No pocos franquiciados han sido clientes de mi despacho durante estos años. Pero cuando pude comprobar su capacidad de liderazgo, iniciativa e implicación fue cuando formó parte, como miembro fundador, de la primera junta rectora de CONEPE, el Consejo Nacional de Empresas de Peluquería y Estética que se creó a raíz de la subida del IVA y en cuya constitución tuve el honor de participar como abogado por encargo de aquella mesa irrepetible de profesionales que Revlon y Charles Waters consiguieron reunir. Pagès estuvo ahí con su autoridad indiscutible, con su prestigio sólido, con su influencia serena, junto a los más relevantes empresarios del sector.

Hoy el proyecto CONEPE permanece, con otras caras y con el mismo interés por la defensa de la profesión, y con la constante inspiración que Raffel Pagès y los otros fundadores supieron imprimirle.

Que su recuerdo permanezca como ejemplo de la lucha continua por la mejora de una profesión que tantas veces se ha mostrado desunida, y que su enseñanza inspire la trayectoria profesional y empresarial de las nuevas generaciones.

Antonio Jaumandreu Auer
Abogado